viernes, 25 de octubre de 2013

Ménage à Trois

Me dispongo a contar una historia que me pasó hace mucho, mucho tiempo, casi en una galaxia muy lejana, una historia que creía olvidada, encerrada en el baúl de esos recuerdos que pocas veces el día a día te permite abrir y contemplar, como esos álbunes de fotos que todavía nos empeñamos en conservar.

Si hablamos de la causa, la culpa o el motivo que me lleva a recordar esta historia, debo decir que no es movido ni por la transcendencia de lo acontecido, ni la voluntad de querer expiar pecados. Es todo más prosaico y sin duda se lo debo a la última conversación mantenida en una salida con unos amigos y a todo lo allí hablado, que me lo hizo poner en cuarentena y relativizarlo, revisarlo. Pero de eso, de esas conversaciones, a veces y sólo a veces serias, de las de arreglar el mundo, ya me pondré otro día.

Todos, quién más o quién menos, tenemos nuestras fantasías más o menos cumplidas, nuestro pequeño catálogo de juegos más o menos transgresores. El que nos ocupa, como decía, ocurrió hace mucho tiempo. Sin yo quererlo, ni buscarlo, me vi envuelto en esta historia, yo más bien diría en una escaramuza. Pero en su momento, me provocó el más absoluto de los desconciertos.

Una noche de verano, no de las de después de un concierto que cantaba Sabina, me encontré con una amiga de la infancia, mejor dicho, con mi amiga de la infancia. Aquella con la que estableces ese grado de complicidad, de compartir mil y una historias, secretos, amores, desencuentros, anhelos, angustia, tantas cosas, tantas situaciones…y que sólo el devenir natural de nuestras familias separó, pues ella y su familia marcharon lejos, y sin las facilidades de hoy, la distancia siempre ha provocado y conseguido.

Supongo que la mitificación de nuestra amistad, las copas de esa noche y mi situación personal de la época echaron el resto. Parecía que no habían pasado los casi 10 años desde la última vez que nos habíamos visto, también en verano y yendo a verla a su pueblo. Enseguida recuperamos las complicidades, las risas y un algo más, distinto, diferente hasta ese momento. Las miradas no eran las mismas, no por el paso del tiempo y lo vivido. Estaba a punto de pasar lo único que nunca se había producido. Lo fácil sería excusarme ahora en el alcohol, en esa racha negativa que arrastraba.

Pero lo cierto, es que para cuando me quise dar cuenta, su boca y la mía eran una sola, nuestras lenguas se buscaban como únicamente saben hacerlo las de dos adolescentes, con prisas, sin pausas. No entendía nada, pero es que tampoco quería. Y cuando estábamos a punto de llegar a ese punto sin retorno, apareció la que me presentó como su novia, gesto serio, dolido. Una vez más esa noche, me pillaron con el paso cambiado. Por eso y por todo lo que vino a continuación.

Mi amiga me propuso y su novia aceptó, no sin dejarme claras sus nulas ganas, que me fuera con ellas a su hotel. Éramos todos mayores y adultos y no iba a pasar nada que no quisiéramos sucediera. Así que una vez transcurrido el paréntesis del taxi que nos llevó a su hotel, tomada la copa de rigor o para intentar evitar el mismo, sin yo quererlo me vi en medio de un ajuste de cuentas, de testigo activo,  como pretexto para que entre ellas dirimieran sus diferencias. Acabé siendo simple voyeur de una reconciliación. Cautivo y desarmado, me marché sin hacer ruido.

A los pocos días recibí una llamada de mi amiga pidiéndome disculpas por haberme utilizado así. Me confesó que estaban pasando un mal momento y que, ante la situación límite en la que se encontraba su relación, no se le había ocurrido otra cosa cuando me vio. No recuerdo nada más, porque aunque me siguió hablando, dejé de escucharla. El dolor y la decepción de haber sido mero objeto, el sentimiento de haber sido utilizado sin ningún pudor, sin ninguna consideración hizo el resto.


Y hasta aquí mi historia, de algo que nunca me había imaginado me ocurriría de esta manera. Prometo que se la contaré a mis amigos en la próxima, para evitar la enésima acusación de no contar nada, de sólo callar y escuchar las suyas. Y de las suyas…pues ya hablaré en otra ocasión.

6 comentarios:

  1. Jijijiji!!! Me encantó las historia...
    Yo no te acusaré de callar... ahí estaré para embelesarme con las descripciones que haces... Tan solo una palabra a tu entrada...
    Fascinante!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una vez más gracias por tú chispa, por estar ahí y por valorar de esta manera mi historia. Todos tenemos alguna historia aparcada. Yo espero ir sacándolas poco a poco.

      un abrazo

      Eliminar
    2. Espero ir sacando algunas mías porque os puedo asegurar que te reirás un ratito... jajajaja!
      :-)

      Eliminar
    3. Pues nada aquí estaremos para intentar reír tanto como tú, que falta nos hace a todos.

      Eliminar
  2. ¡Vaya situación!
    Me divertí el otro día y he vuelto a repetir.
    Es bueno hacer reír y usted Dongil, lo logra.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. yo intentando ponerme serio...y no lo consigo. en todo caso gracias por el piropo, pues divertir no es nada fácil.

      Un abrazo

      Eliminar