Me dispongo a contar una historia
que me pasó hace mucho, mucho tiempo, casi en una galaxia muy lejana, una
historia que creía olvidada, encerrada en el baúl de esos recuerdos que pocas
veces el día a día te permite abrir y contemplar, como esos álbunes de fotos
que todavía nos empeñamos en conservar.
Si hablamos de la causa, la culpa
o el motivo que me lleva a recordar esta historia, debo decir que no es movido ni
por la transcendencia de lo acontecido, ni la voluntad de querer expiar pecados.
Es todo más prosaico y sin duda se lo debo a la última conversación mantenida
en una salida con unos amigos y a todo lo allí hablado, que me lo hizo poner en
cuarentena y relativizarlo, revisarlo. Pero de eso, de esas conversaciones, a
veces y sólo a veces serias, de las de arreglar el mundo, ya me pondré otro día.
Todos, quién más o quién menos,
tenemos nuestras fantasías más o menos cumplidas, nuestro pequeño catálogo de
juegos más o menos transgresores. El que nos ocupa, como decía, ocurrió hace
mucho tiempo. Sin yo quererlo, ni buscarlo, me vi envuelto en esta historia, yo
más bien diría en una escaramuza. Pero en su momento, me provocó el más
absoluto de los desconciertos.
Una noche de verano, no de las de
después de un concierto que cantaba Sabina, me encontré con una amiga de la
infancia, mejor dicho, con mi amiga de la infancia. Aquella con la que estableces
ese grado de complicidad, de compartir mil y una historias, secretos, amores,
desencuentros, anhelos, angustia, tantas cosas, tantas situaciones…y que sólo
el devenir natural de nuestras familias separó, pues ella y su familia
marcharon lejos, y sin las facilidades de hoy, la distancia siempre ha provocado
y conseguido.
Supongo que la mitificación de
nuestra amistad, las copas de esa noche y mi situación personal de la época
echaron el resto. Parecía que no habían pasado los casi 10 años desde la última
vez que nos habíamos visto, también en verano y yendo a verla a su pueblo.
Enseguida recuperamos las complicidades, las risas y un algo más, distinto,
diferente hasta ese momento. Las miradas no eran las mismas, no por el paso del
tiempo y lo vivido. Estaba a punto de pasar lo único que nunca se había
producido. Lo fácil sería excusarme ahora en el alcohol, en esa racha negativa
que arrastraba.
Pero lo cierto, es que para
cuando me quise dar cuenta, su boca y la mía eran una sola, nuestras lenguas se
buscaban como únicamente saben hacerlo las de dos adolescentes, con prisas, sin
pausas. No entendía nada, pero es que tampoco quería. Y cuando estábamos a
punto de llegar a ese punto sin retorno, apareció la que me presentó como su
novia, gesto serio, dolido. Una vez más esa noche, me pillaron con el paso
cambiado. Por eso y por todo lo que vino a continuación.
Mi amiga me propuso y su novia
aceptó, no sin dejarme claras sus nulas ganas, que me fuera con ellas a su
hotel. Éramos todos mayores y adultos y no iba a pasar nada que no quisiéramos
sucediera. Así que una vez transcurrido el paréntesis del taxi que nos llevó a
su hotel, tomada la copa de rigor o para intentar evitar el mismo, sin yo
quererlo me vi en medio de un ajuste de cuentas, de testigo activo, como pretexto para que entre ellas dirimieran
sus diferencias. Acabé siendo simple voyeur de una reconciliación. Cautivo y
desarmado, me marché sin hacer ruido.
A los pocos días recibí una
llamada de mi amiga pidiéndome disculpas por haberme utilizado así. Me confesó
que estaban pasando un mal momento y que, ante la situación límite en la que se
encontraba su relación, no se le había ocurrido otra cosa cuando me vio. No recuerdo
nada más, porque aunque me siguió hablando, dejé de escucharla. El dolor y la
decepción de haber sido mero objeto, el sentimiento de haber sido utilizado sin
ningún pudor, sin ninguna consideración hizo el resto.
Y hasta aquí mi historia, de algo
que nunca me había imaginado me ocurriría de esta manera. Prometo que se la
contaré a mis amigos en la próxima, para evitar la enésima acusación de no
contar nada, de sólo callar y escuchar las suyas. Y de las suyas…pues ya
hablaré en otra ocasión.
Jijijiji!!! Me encantó las historia...
ResponderEliminarYo no te acusaré de callar... ahí estaré para embelesarme con las descripciones que haces... Tan solo una palabra a tu entrada...
Fascinante!
Una vez más gracias por tú chispa, por estar ahí y por valorar de esta manera mi historia. Todos tenemos alguna historia aparcada. Yo espero ir sacándolas poco a poco.
Eliminarun abrazo
Espero ir sacando algunas mías porque os puedo asegurar que te reirás un ratito... jajajaja!
Eliminar:-)
Pues nada aquí estaremos para intentar reír tanto como tú, que falta nos hace a todos.
Eliminar¡Vaya situación!
ResponderEliminarMe divertí el otro día y he vuelto a repetir.
Es bueno hacer reír y usted Dongil, lo logra.
Un abrazo
yo intentando ponerme serio...y no lo consigo. en todo caso gracias por el piropo, pues divertir no es nada fácil.
EliminarUn abrazo