miércoles, 2 de abril de 2014

La Novela que Nunca...

...Sabré escribir....y me gustaría ser capaz:



Ahí me encontraba yo, todavía estupefacto e intentando recuperarme, después de las dos llamadas recibidas en el móvil, seguidas y sin solución de continuidad, en lo que a priori estaba predestinada a ser una tarde más de un domingo cualquiera echando la partida de guiñote en el bar de Pilar y Angerlita, y que entonces no sabía hasta que punto iban a cambiar el rumbo de mi monótona vida. La primera a cargo de mi ayudante, el teniente Martín Lesma, nervioso casi hasta el histerismo, al relatarme como se había hallado el cadáver de Don Pablo, muerto de un tiro a bocajarro con una de sus famosas escopetas de caza. La segunda y todavía más perturbadora, proveniente directamente de la Dirección General de la Guardia Civil y cuando todavía estaba apurando el carajillo de ron y excusándome con mis compañeros de partida, Javier mi pareja y Vicente y Germán la pareja adversa, ante mi abrupta marcha. La había realizado su máximo responsable, el General Pérez Remón, personaje que me ha perseguido durante toda mi vida profesional y de infausto recuerdo para mi. Espero algún día ser capaz de poder contarles.

Soy Cándido Salido Morenez, capitán de la la Guardia Civil destinado, a día de hoy, en un pequeño y tranquilo pueblo aragonés, antiguo número uno de mi promoción y brillante porvenir truncado aún antes de comenzarlo y defenestrado por un oscuro affaire coprotagonizado junto a la hija del General. No me pregunten el por qué soy guardia civil, pero si les digo que pertenezco a la quinta generación ininterrumpida como miembro del cuerpo en la familia y, como diría si todavía viviese el abuelo Conrado, porque para ser guardia civil se nace, no se hace. Entenderán ustedes que con semejantes antecedentes, estaba predestinado a serlo. Pero ya habrá tiempo de poder explicar con más detenimiento, eso si logro salir ileso de  todo este episodio perturbador de mi aburrida existencia y cuyo final se aproxima.

El desencadenante del relato que me dispongo a contarles es el Marqués de las Cinco Villas y Grande de España, Don Pablo Moncayo Díaz de Vico, que así se llama el interfecto, o ustedes me perdonaran pero debo ir acostumbrándome a hablar con propiedad, cualidad muy apreciada en el cuerpo en el que milito, debería decir ya, se llamaba el finado. Prócer  y hombre omnipresente de la comunidad, con múltiples negocios en la comarca y propietario de una de las mayores fincas, no ya de la provincia sino del país, "La Mora". En definitiva, uno de esos personajes que protagonizan y escriben la Historia, y para mi desesperación, además amigo personal del General, que una vez más se volvía a cruzar en mi vida y no se hasta que punto volver a determinarla.

Subido en el coche y dudando entre pasar primero por la Casa Cuartel para cambiarme y ponerme el uniforme, o dirigirme directamente a la finca del Marqués, volvía a recibir una llamada que me sacaba de mis cavilaciones del teniente Martín, todavía nervioso, pero con el que esta vez si pude empezar a establecer el protocolo de las primeras actuaciones a realizar. Una vez me pudo aclarar donde se había encontrado el cadáver, tuve claro que seríamos los responsables de llevar a cabo la investigación, si no había una orden contraria de la superioridad. Se explicaran ustedes el por qué y es muy sencillo, la finca "La Mora" abarca varios municipios y afecta a tres demarcaciones del Cuerpo, pero la casa principal se encuentra dentro de la que yo era el responsable. Por cortesía y porque sabía de las repercusiones que tendría el caso, le pedí al teniente que localizara a los jefes de las otras demarcaciones y les informara de lo acontecido...





2 comentarios:

  1. ¡Guauuu, interesante relato! y muy prometedor tratándose de un tema policíaco, con cadáver y todo.
    Eso de dejarlo en vilo, me suena, jaja
    Bueno, quedo a la espera de la continuación :)
    Besitos.

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  2. Amenazo con la continuación cualquier día de estos...:)
    besos

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