miércoles, 30 de abril de 2014

Mis Rincones

Debo confesar cierto desasosiego una vez me he puesto delante de la pantalla a escribir esta entrada. Creí en principio que saldría fluida, del tirón, inspirado y a la estela del blog "A dos pasos del Paraíso (http://adospasosdelparaiso.blogspot.com.es)", animado por su autora a que publicara alguna foto. Pero el caso es que una vez puesto en materia, empiezo a ser consciente de que aquellos rincones que me han servido de refugio están en mayor peligro de extinción que nuestro lince, que ya es decir. Claro que bien mirado, a lo mejor de lo que debo ser consciente es que cada día soy yo el que ando linceando por esta vida.

No se si a todo el mundo le pasará, pero en mi caso confieso que siempre he tenido rincones fetiche donde me ha gustado refugiarme, pararme a pensar, más si cabe, e intentar por un lado mirar de ombligo hacia dentro para detectar las disfunciones de la maquinaria emocional, la física quedó descartada de mejora hace tiempo y me conformo con luchar para que no se deteriore muy rápido. Por otro lado, de nariz hacia delante, adivinar el futuro sin caer en la ensoñación, intuir por donde me gustaría que fueran los tiros.

Supongo que la inquietud me sobrevuela escribiendo esta entrada, más por mis pocas habilidades para aplicar la más mínima de las reflexiones positivas que me lleven a sacar agua clara, no digamos ya conseguir el más mínimo de los propósitos de los que tan flojo ando, que por la transformación de esos lugares refugio que me habían servido hasta la fecha, hasta convertirlos en paisajes casi desconocidos, cosa que tampoco ayuda.

En esta ciudad de escaparaterizada, volcada cada vez más en el monocultivo del turismo, los rincones tantas veces pateados, tantas veces respirados, han dejado de ser paseables, respirables, para convertirse en un producto más en este gran Bazar. Y seguramente debería de estar orgulloso, pero lo cierto y verdad que entre las entradas para acceder a pasear en el caso de Montjuic o la descomunal reforma sufrida para dar cobijo a los cruceros de turistas estresados y vomitados para que consuman con voracidad de termita en el caso del añorado rompeolas...dejan que los rincones queden reducidos a muy pocos.



Castillo de Montjuic
Adiós rompeolas

La Pardina



Cada vez más necesito irme a ese rincón perdido del Aragón profundo, de los muchos que existen en esa tierra dura y que te curte el carácter, final de camino hacia ninguna parte, origen y destino de una parte de mis ancestros. Rincón olvidado del mundo, de gente que oculta sus flaquezas tras una muralla de dureza caliza, renuente al elogio sin trabajo, atentos y vigilantes ante cualquier intruso en su ecosistema, por mucho que lleves décadas intentándolo. Aquí vuelvo, a pesar de los pesares, siempre que puedo. Aquí respiro y me recargo. Aquí vengo a escuchar el silencio estruendoso de viejas carrascas, de terruños y mares de cereales mecidos por ese cierzo que está siempre atento. Aquí se abrazan mis recuerdos, mis inquietudes, mis anhelos.

Y finalmente, está el rincón de los rincones. Mi rincón preferido. El rincón que me alimenta. Estás tu. Con tus perfectas imperfecciones. Tus curvas vertiginosas que siempre busco, que siempre necesito. Tu calor, tus manos, tus besos. Necesito saberte cerca, saberte cómplice.




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