martes, 11 de marzo de 2014

Una de Polis...

La verdad es que me las prometía muy felices, tanto, que una vez más, se me desembocaba la imaginación. Pero eso ya sabes que me ha pasado cada vez que te has insinuado con una mirada de soslayo, con un comentario lanzado al aire, con un mensaje en el teléfono, con una contestación provocativa aprovechándote de cualquier otro tema y de mi imposibilidad de poder replicarte, aprovechándote de la distancia. Una vez más, pensé que esta vez sería diferente, que esta vez si proponías un juego en serio y no lanzabas tu enésima provocación.

Me dijiste en un susurro..."vamos a jugar a polis..."y claro, mi cabeza se disparó a mil por hora. Eché mano de los recuerdos de mi hemeroteca, de mis fetiches. Me imaginé cuan Harry Callahan con su 44 Magnum presto a resolver cualquier problema, vamos "alégrame el día...". Me vi haciendo de aquel bruto de Starsky a toda pastilla (el coche rojo ya está y solo le falta el rayo blanco) yendo a salvarte a ti, Hutch, atrapada en una investigación y en peligro. O a lo Philip Marlowe, no cualquiera por eso, hablamos de Bogart o Mitchum todo se ha de decir, intentando resistirme a tu mirada de femme fatale, a tu traje de falda tubo, a tu caída de ojos insinuada entre tu pelo...sin conseguirlo.

Pero una vez más, todo se ha quedado en mi imaginación y en tu mirada inquisitorial preguntándose que me está pasando otra vez. Todo se ha quedado en una mala interpretación por mi parte, en mi falta de empatía, o en una nueva mala pasada que me juega mi permanente estado primaveral. A lo sumo la cosa se queda en el viejo cliché de poli bueno y poli malo, en el que sin derecho a elegir me toca hacer siempre de poli malo, de servir de amenaza como último y, muchas veces, único recurso. Para conseguir que te hagan caso, cuando se supone que eres tu la de los recursos, cuando eres tu la que gozas de su idolatría incondicional. Me utilizas como ariete para derrumbar las últimas resistencias de un largo día, reservándome solo a mi tu severa mirada cuando ves que me excedo de mi papel impuesto de poli malo.

Así que una vez más, recojo el Magnum, o me subo al coche para ir con rapidez a sumergirme en las batallas que se dan en los pasillos del supermercado, o me pongo el sombrero de ala ancha para esconderme. Con mi imaginación a cuestas todavía confusa y sin saber que es lo que ha fallado otra vez...enésima bofetada de cruda realidad...en que estaría pensando yo cuando pensé en una de polis...si acaso a ver si la próxima entrada me atrevo a colgar una de polis, pero de verdad.

4 comentarios:

  1. La cruda realidad es que todos somos polis buenos y polis malos.
    Yo te veo más bien como los de "Canción triste de Hill Street" que hacían un papel para cazar a los malos y luego se iban a casa, cansados y cabizbajos, a seguir con sus vidas fuera de la comisaría.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Oño Montse!!!jajajjajajajajjajajjajja!!! casi me das un síncope!!!

    espero que por lo menos te haya venido a la cabeza el capitan Furillo y ninguno de aquellos peculiares polis...ya sabes que por la mala traducción en vez de polis de hill Street se tradujo por aquello de un blues.

    un besote

    ResponderEliminar
  3. Sí, sí, ya lo sé, pero a mí me gusta llamarla como se llamaba en "spain", jeje. Era una serie que me encantaba y sobre todo la sintonía ¡si hasta la puse en mi blog!
    ¿Te he asustao? ¡Ohh, no era mi intención!
    Besitos.

    ResponderEliminar
  4. la verdad es que era toda una selva de personajes curiosos...como los que pululan por la red se podría decir.
    Susto no mujer...pero casi, casi
    bs

    ResponderEliminar