No, lo siento, no pretendo recordar el hit veraniego de la O.N.C.E. de hace unos años, bueno la friolera de once valga la redundancia. No solo por mi nulo sentido del ritmo y mi poca capacidad de cantar, sino porque es a la conclusión a la que he llegado durante estos escasos tiempos en los que ando metido en las redes sociales. Yo, que ya peino canas, me sigo asombrando con la empalagosa capacidad de la gente para el autobombo y la adulación fácil, rozando lo grosero, que se practica.
Los "me gustan" van que vuelan, ya se trate del tema más escabroso. La carrera por "sea el primero en decir que le gusta" creo que a veces resulta de lo más estresante (ay Manquiña!!!). El dar las gracias a cualquier comentario, poner como favorito, retuitear sobretodo si a uno le mencionan o publicitan sobre cualquier acontecimiento o presentación en el que ande metido (hoy estaré aquí, hoy presentaré allí, mañana estoy en tal programa...). Citar al que nos cita, compartir...sin ton y son, o con toda la intención del mundo.
Afortunadamente, desde mi anacoretismo social y mi escasa repercusión en el mundo mundial, me permito hacer los comentarios con toda la libertad que el ministro nos permite. Es mi terapia. Ojo, que como casi siempre, procuro pensar lo que digo, bastante coincidente debo confesar con decir lo que pienso, que la corrección política nunca ha sido mi fuerte y no aprenderé nunca, aunque sea a costa de no recibir cremita...
http://youtu.be/v4keI1fWM2g
Los "me gustan" van que vuelan, ya se trate del tema más escabroso. La carrera por "sea el primero en decir que le gusta" creo que a veces resulta de lo más estresante (ay Manquiña!!!). El dar las gracias a cualquier comentario, poner como favorito, retuitear sobretodo si a uno le mencionan o publicitan sobre cualquier acontecimiento o presentación en el que ande metido (hoy estaré aquí, hoy presentaré allí, mañana estoy en tal programa...). Citar al que nos cita, compartir...sin ton y son, o con toda la intención del mundo.
Afortunadamente, desde mi anacoretismo social y mi escasa repercusión en el mundo mundial, me permito hacer los comentarios con toda la libertad que el ministro nos permite. Es mi terapia. Ojo, que como casi siempre, procuro pensar lo que digo, bastante coincidente debo confesar con decir lo que pienso, que la corrección política nunca ha sido mi fuerte y no aprenderé nunca, aunque sea a costa de no recibir cremita...